El arte en Cuenca

El escudo, soportado por un par de tenantes salvajes, presenta en dos de sus cuarteles un castillo desde el que surgen en uno de sus lados un brazo blandiendo una espada, y en cada uno de los otros dos cuarteles tres moragas o gavillas de cereal que aluden al apellido familiar.

A los pies de los salvajes, bajo la parte central del escudo, aparece un mascarón, y el remate superior o timbre del escudo lo detenta un yelmo ornamentado de penachos o lambrequín.

Detalles del escudo

 

El interior, privado, se ordena en torno a un patio central. Bajo toda la edificación se encuentran sótanos abovedados con cuadras, almacenes y dependencias diversas.

 

Detalle de las ventanas laterales que están enmarcadas por molduras con marcos acodados. Se aprecian horizontalmente la línea de imposta con moldura plana, que divide las dos alturas del edificio, así como el zócalo que discurre por todo el cuerpo inferior de la fachada.

La puerta de entrada adintelada queda enmarcada entre dos pilastras que parten desde el zócalo. Estas pilastras, que se encuentran cajeadas, muestran en su interior un resalte.

En el dintel de la puerta hay tres ménsulas de poco resalte, una central de menor tamaño y otras dos laterales sobre cada pilastra.

Dentro de un marco acodado se emplaza el escudo de armas de José Antonio de Parada Vidaurre de Mendoza Flórez y Salcedo, conde de Garcinarro.

El escudo, que se rodea de dragones enfrentados con las cabezas y colas enroscadas, muestra un cuartelado sobre una cruz de la orden de Calatrava, con los siguientes cuatro cuarteles: en el primero las armas de los Parada, con tres franjas horizontales; el segundo, que a su vez se divide en dos, con las armas de los Vidaurre en una parte y en la otra las de los Mendoza con el lema “Ave María de la Casa de la Vega”; en el tercero los Flórez, con cinco flores de lis; y en el cuarto los Salcedo, con cinco corazones y de fondo un árbol.

 

 

Esta casa, que hoy en día es un alojamiento rural, se organiza en torno a un patio central.

La fachada en sillería consta de dos plantas en las que se abre un total de cinco vanos para ventanas y el de la puerta de entrada al edificio, aunque este último se encuentra tapiado. Todos los vanos están enmarcados con molduras lisas.

La separación de las dos plantas se crea con una línea de imposta de moldura plana, y sobre la superior discurre paralelamente a ella una cornisa con moldura de baquetón.

En la planta inferior se abre asimétricamente, a la izquierda de la fachada, la puerta de entrada adintelada y a la derecha dos enrejadas ventanas.

En la planta superior se abren tres grandes vanos o balcones que originalmente contaban con balaustres de madera.

Detalles de los dos escudos

En la imagen se aprecia en la planta baja, de derecha a izquierda, una ventana enrejada, una puerta adintelada central con doble hoja y otra a la izquierda más estrecha que originalmente era una ventana similar a la del lado opuesto y con similar rejería.

En la planta superior se abren tres puertas balconadas, la central de mayor anchura, cuyos recercados se definen mediante un ligero rebaje en los mismos.

Escudo del obispo Felipe Antonio Solano, quien compró el solar en 1781 e inició la construcción, que continuó el obispo Palafox en 1801 y terminó el obispo Ramón Falcón y Salcedo.

En esta parte izquierda de la fachada, de menor altura que el resto del edificio, se advierte una moderna puerta adintelada sobre la que podemos apreciar las dovelas del dintel de la puerta original, y por encima tres escudos.

En la parte derecha de la fachada, entre las dos ventanas, aparece grabada la fecha de terminación de la construcción en 1871. Este sector de la fachada cuenta con una puerta de entrada y dos ventanas enrejadas en su planta superior.

El edificio es utilizado actualmente para actividades comerciales relacionadas con la apicultura.

FACHADA CASA DE LOS MONTALBO

 

Otras dos fachadas de casas solariegas históricas de Huete son las de Montalbo y la de los Olarte.

 

ERMITA DE SAN GIL

 

Fachada de la Ermita de San Gil, que da nombre al barrio que la rodea y en ella reside una de las devociones más antiguas de la población, la de Santa Quiteria.

De finales del XVIII y comienzos del XIX muestra en su fachada una espadaña con dos huecos para campanas.