CASTILLO DE ALARCÓN ( 1 ) Torres y murallas externas al Castillo
El Castillo y la villa de Alarcón se asientan sobre un promontorio natural que rodea un meandro del río Júcar, el cual actúa como foso natural, con un único y estrecho espacio terrestre de comunicación con el resto de su territorio, que se desarrolla en el cuello de dicho meandro.
Esta plaza fuerte cuenta, además, con un sistema defensivo en torno a ella, formado por murallas y torres que protegen ambos lados del Júcar.
Son los árabes los que la convierten en una gran fortaleza hasta que, en el año 1184, las tropas de Alfonso VIII la asedian y rinden la plaza a los caballeros de la Orden de Santiago y otros señores del reino.
Tras su conquista, el rey mandó reconstruir el castillo y reforzó sus defensas.
En 1194, Alfonso VIII donó el castillo a la Orden de Santiago.
Don Juan Manuel recibió de Fernando IV la villa de forma provisional en el año 1297 y definitivamente en el 1305. Restauró el castillo y las murallas, y fortaleció su entorno con la edificación de cuatro torres.
En el año 1446 el príncipe Enrique (futuro rey Enrique IV de Castilla) concedió la villa a don Juan Pacheco, que mandó restaurar el castillo para adecuarlo a las necesidades defensivas de esos momentos.
Por ello, los periodos constructivos de esta plaza fortificada comienzan con los árabes (con pocos restos visibles de esa época islámica), y continúan en el siglo XII con la reconstrucción y refuerzos defensivos propiciados por Alfonso VIII. En el siglo XIV se continua con la intervención de don Juan Manuel y en el XV con la de Juan Pacheco, marqués de Villena.
La última transformación importante del castillo se realizó en los años sesenta del siglo XX con su rehabilitación como Parador Nacional de Turismo que fue inaugurado en 1966.