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Belmonte: Colegiata (01) Exterior

 

Colegiata de Belmonte

 

(Presentación)

 

Enclavada junto al Alcázar Viejo o palacio del Infante don Juan Manuel, y dentro del recinto amurallado que el Marqués de Villena determinó edificar, se encuentra ubicada la Colegiata en el denominado barrio alto de la villa, sobre una posible primitiva iglesia visigoda y posterior parroquia románica de la que ya teníamos noticias en el siglo XIII. El actual templo que contemplamos comenzó a elevarse a mediados del siglo XV, tras lo que se rodeó el cuerpo de la iglesia de capillas privadas en el siglo XVI.

Con relación a esta definitiva iglesia podemos afirmar que en el año 1436, el papa Eugenio IV despachó una bula rubricada en el transcurso del concilio de Basilea, por la que se concedía indulgencia a los que realizasen aportaciones económicas o efectuasen trabajos que contribuyesen en la construcción de la actual iglesia.

 

Será en el año 1456, algunos meses después de que don Juan Pacheco fuese nombrado marqués de Villena, y coincidiendo con el comienzo de las obras del actual castillo, cuando el marqués costeó la reconstrucción y reforma del antiguo templo parroquial, comenzándose su reedificación a partir de la capilla mayor. Hay que tener en cuenta que la relación existente de esta población con la familia Pacheco comenzó en el año 1398, año en el que el rey Enrique III concedió la villa de Belmonte a don Juan Fernández Pacheco como señorío, en agradecimiento a su colaboración con la corona de Castilla frente a Juan I de Portugal.

Juan Fernández Pacheco, primer señor de Belmonte, tuvo como sucesora en el señorío a su hija María Pacheco, que se casó con Alonso Téllez Girón. El hijo de ambos don Juan Pacheco, heredó el título de tercer señor de Belmonte, y tras él su hijo Diego López Pacheco fue el que recibió dicho señorío.

Durante todo el señorío de estos personajes, la familia Pacheco convirtió esta población de Belmonte en la sede principal de su amplio señorío de Villena, con lo que durante la época de Juan Pacheco la iglesia parroquial belmonteña pasó a convertirse en un templo colegial, haciendo de ella un tipo de catedral particular, de acuerdo a la bula fundacional emitida por parte del papa Pio II en el año 1459. 

En el mes de marzo de 1460 se realizó una consagración honorífica de la Colegiata

La Colegiata de Belmonte que fue declarada monumento histórico artístico el 27 de Julio de 1943, en la actualidad está catalogada como Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

 

 

 

Esta iglesia colegial de Belmonte, erigida en honor del apóstol Bartolomé, presenta exteriormente un aspecto sencillo y sobrio, pero en su interior guarda un importante patrimonio artístico.

Aunque fue el gótico el estilo arquitectónico en el que se realizó esta obra constructiva, diversas reformas y añadidos posteriores como las trece capillas laterales abiertas entre los contrafuertes y la sacristía que envuelven las naves y cabecera de la iglesia fueron modificando su primitiva traza externa, aunque podemos hacernos una idea de ella sin esos añadidos observando su original y poligonal ábside, reforzado con potentes contrafuertes y que cuenta con ventanales de arco ojival.

Podemos describir el conjunto arquitectónico de la Colegiata como el de una iglesia de grandes dimensiones, con tres naves, ábside poligonal, torre a los pies y dos portadas.

Varios son los maestros que intervinieron en la realización de la obra arquitectónica de la Colegiata y de su mobiliario artístico, de los más ricos en Castilla la Mancha, aportado durante cuatro siglos, entre los que podemos citar a creadores como Hanequin de Bruselas, Egas Cueman, Marquina, Martín Bonifacio, Diego de Tiedra, Juan Francés, Hernando de Arenas, Esteban Lemosín, Esteban Jamete, Andrés de Vandelvira y un largo etcétera que realizarán magníficas esculturas, pinturas, retablos, obras de rejería…

Entre toda esta riqueza artística que detenta la Colegiata en su interior, debemos mencionar la singularidad de poseer el primer coro historiado de España, obra de los hermanos Cueman.

Ábside

Vista externa del ábside poligonal de la Colegiata, dividido en dos cuerpos mediante una sencilla moldura, con contrafuertes en el cuerpo inferior rematados al exterior en forma semicircular, y de planta rectangular los del superior, que a su vez se ornan cada uno de ellos hacia su mitad con otra moldura y un remate inclinado en su parte más elevada, bajo la cornisa absidal.

El cuerpo inferior está realizado en mampostería, tanto en sus paramentos como en sus contrafuertes, y el superior en sillería en toda su fábrica.

Entre los contrafuertes del cuerpo superior se abren cuatro ventanales abocinados góticos de apuntadas ojivas. Cada ventanal tiene cuatro finas columnas a cada lado, con sus correspondientes basas, fustes y pequeños capiteles con decoración de motivos vegetales, sobre las cuales se apoyan las citadas ojivas.

Algunas otras ventanas, de diverso tipo, se abren en los paramentos de las naves o en alguna capilla para la iluminación del interior del templo.

En el centro de su semicircular tejado cónico dividido en nueve gajos se eleva un chapitel de estructura metálica al igual que la cruz elevada sobre él.

La Puerta del Sol, de finales del gótico y abierta a mediodía, está flanqueada por altas pilastras rematadas en pináculos (modificado el que vemos a la derecha), que enmarcan una puerta de arco carpanel cobijado bajo otro trilobulado del gótico florido, sobre el que se abre en su parte central un óculo con dos escudos a sus lados, rematándose todo ello en su parte superior mediante cornisa con decoración de bolas (perlario), y por encima del tejado se encuentra un reloj de sol.

Esta encajonada portada que enmarca la Puerta del Sol es toda ella de sillería, tanto en los muros laterales como en todo el paramento de la nave donde se abre la puerta.

Tanto las pilastras, como el arco carpanel o el trilobulado se apoyan sobre un alto zócalo o pedestal, y sobre el carpanel se desarrolla horizontalmente una moldura o cornisa encima de la cual se extiende un tímpano esculpido, abrigado por el trilobulado.

Las jambas del carpanel, así como las dos arquivoltas que posee (de listel o lisa la central y de moldura redonda la interior), tienen capiteles de motivos vegetales, mientras que a la altura de la cornisa de separación con el tímpano y realizando la función de apoyo del trilobulado o de la cornisa también se encuentran otros capiteles igualmente de temas vegetales. Algo que también se extiende al mismo nivel en las mencionadas pilastras laterales de la fachada, en las que en este caso aparecen en su decoración alguna figura humana o zoomorfa.

 

En cuanto al tímpano, en el siglo XVI se alteró su espacio, ya que se añadieron elementos decorativos propios del plateresco, mostrándonos sobre la cornisa y paralela a ella un labrado friso de grutescos renacentistas que igualmente se extiende alrededor de la hornacina.

En la parte inferior de este tímpano aparecen en los lóbulos laterales los bustos resaltados de San Pedro a nuestra izquierda y San Pablo a la derecha, frente a los cuales se encuentran las figuras esculpidas de dos angelotes sujetando una posible cartela o filacteria, sin leyenda alguna.

Bajo el lóbulo central encontramos la hornacina avenerada que alberga la escultura exenta de la imagen gótica de San Andrés. Al exterior del nicho, en su parte superior y a la altura de la concha abovedada aparece a cada uno de los lados una escultura de un putto o niño desnudo que en la posición en que se presentan parecen figurar dos atlantes o telamones sujetando el frontón triangular con que se remata la hornacina, decorado en su interior con la cabeza en bajorrelieve de un alado niño.

En el espacio existente entre la parte central del arco trilobulado y el óculo se desarrollan dos molduras con decoración plateresca vegetal y de perlario (bolas) que semejan el arranque de un arco conopial limitado su terminación por el hueco del óculo, el cual cuenta con los escudos del Marqués de Villena, uno a cada lado del mismo.

Queda rematada la fachada, tal y como ya se indicó, con un reloj de sol labrado en piedra.

 

La Puerta de Los Perdones o de San Bartolomé, también de finales del gótico y situada a poniente, se abre al igual que sucede en la puerta anterior, dentro de una portada cuyos muros son de sillares.

Se organiza la portada con una doble puerta flanqueada por pilastras rematadas con altos pináculos, que también recogen en su interior la escultura de San Bartolomé dentro de un gran arco, todo ello bajo una moldura con decoración de bolas que la separa de un muro superior donde se abre un óculo bajo el remate de una cornisa con decoración de escudos.

La parte inferior de esta portada, donde se encuentra la entrada a la iglesia, tiene verticalmente en su centro un parteluz que divide el acceso a la misma en dos vanos con arcos geminados carpaneles apoyados en columnas con decoración vegetal.

La ornamentación vegetal se desarrolla asimismo en el espacio existente entre los arcos y fustes de las columnas de las dos puertas.

Sobre los arcos referidos se desarrolla horizontalmente una cornisa, adornada con tallos y hojas, que coincide en sus extremos con capiteles de tipo vegetal donde apoyan otros dos arcos que se despliegan en la parte superior de esta portada.

De éstos dos arcos el del interior es de medio punto ligeramente apuntado con dos arquivoltas y acoge en una estrecha y ligera hornacina rematada en arco conopial con decoración de pequeñas bolas o perlas la figura de busto redondo de San Bartolomé sobre pedestal que apoya en la cornisa antes referida.

Envolviendo este arco interior se despliega otro arco original que se eleva siguiendo la forma cóncava del apuntado, pero que en su desarrollo hacia su cierre en modo conopial se separa del mismo y crea dos arcos convexos, en cuyos ángulos se muestran unas decoraciones vegetales.

En el espacio generado entre los dos grandes arcos, en su parte superior, una moldura vertical que discurre entre los vértices de los dos arcos crea dos espacios en los que aparecen dos escudos de los Pacheco.

Ya hemos visto que sobre toda esta portada se desarrolla horizontalmente una cornisa decorada con un perlario (decoración de bolas).

Sobre este espacio, y algo retranqueado se encuentra el muro de los pies de la nave central, donde se abre un óculo abocinado de dientes de sierra doblados mediante la superposición de una moldura más amplia sobre otra compuesta por boceles quebrados en zigzag, y sobre el muro un remate de cornisa con pequeños escudos.

La Torre

 

La robusta y alta Torre de planta cuadrada se dispone adosada a los pies de la Colegiata, junto a la puerta “de los Perdones”, formando la esquina suroeste del templo.

Su alzado consta de tres cuerpos rematados en altura con doble hueco para campanas en cada uno de sus  lados.

Hay que significar que en sus lados sur y oeste el basamento tiene tal altura, a causa del desnivel del terreno, que casi se puede decir que en esta posición el campanario consta de cuatro niveles, tal y como apreciamos en la foto.

Se empleó en la construcción de la torre mampostería reforzada con sillares en las esquinas, quedando separado cada cuerpo a través de molduras biseladas que recorren todo su perímetro y marcan el retranqueo ascendente en cada uno de estos desiguales pisos.

En la parte superior de las caras norte y oeste del cuerpo intermedio se abren dos vanos para su iluminación interna con elegantes ventanas geminadas o bíforas (con dos aberturas iguales), con arcos de medio punto que en su unión apoyan en pequeñas columnillas cilíndricas, o maineles, cuya decoración es renacentista, y que se muestran a continuación.

En ese mismo cuerpo intermedio, pero solo en la parte inferior de la cara oeste, se abre otro vano donde los arcos de la ventana son de mayor sencillez decorativa pero igualmente geminada, pues quedan algo apuntados en sus claves. Debajo de este vano, en el cuerpo inferior, se encuentra empotrado un labrado medallón mostrando el escudo de la orden de Calatrava.

Culmina la torre en un cuerpo para campanas formado por doble hueco similar en cada uno de sus cuatro lados, cuyos vanos están formados por aberturas con arcos de medio punto. Se remata la torre con sencilla cornisa bajo tejado a cuatro aguas con cruz sobre pináculo en su centro.

 

 

 

Tras unos mosaicos de detalles exteriores del templo, en las próximas páginas se describen cada una de las Capillas de la Colegiata, mostrando antes de ello imágenes de su interior arquitectónico a través de sus naves.

Latitud: 39° 33' 36.9936" N
Longitud: 2° 42' 9.5904" W

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