En base a la cerámica recogida en superficie de esta planicie se puede afirmar que en este lugar se emplazaba una fortificación de época andalusí que debió sobreponerse a un anterior asentamiento de época ibérica.
La cronología de esta arruinada fortificación musulmana abarca desde el siglo X-XI hasta el XII o inicios del XIII, cuando es abandonada.
Los mencionados autores Huélamo y Solias indican los siguientes datos respecto al castillo: “Los restos constructivos, que ocupan toda la cumbre de la montaña, ofrecen una longitud aproximada de unos 70 metros de largo por una anchura que varía entre los aproximadamente 6 a 8 metros en los extremos y 16 metros en el centro. La forma general recuerda la de un rectángulo muy alargado en dirección aproximada N-S con uno de los lados largos ligeramente abombado y una torre en el extremo sur”.
También afirman de la existencia de un muro corrido en el lado E de unos 69 metros que en el extremo N-E presenta un ángulo recto al que se le adosa lo que parece ser, a falta de excavación arqueológica, una torre circular (de cronología posterior). En este punto observaron que se había producido una remoción incontrolada de tierras que había puesto al descubierto la cara externa de un muro en una altura de 2,5 metros.
Por el lado W, aunque no se aprecia muy bien el muro perimetral parecen adivinarse hacia la mitad y hacia el extremo S dos torrecillas cuadradas.
El extremo S de la construcción parece estar compuesta por una estratégica torre rectangular que ocupa todo el ancho de la misma por este lado. Desde este lugar se puede vigilar la hoz del río Turia.
En cuanto a la superficie interior de la fortificación se observan diversos muros que parecen conformar una división del espacio en un sentido relativamente ortogonal respecto de los paramentos exteriores.
“La edificación se realizó con piedra calcárea, probablemente arrancada del sustrato superior del cerro. El mortero parece estar constituido por una argamasa de tonalidad grisácea en la que abunda el yeso”.
Con todos estos datos aportados por Huélamo y Solias podemos aproximarnos a la traza de esta fortaleza, realizada en piedra calcárea, de planta irregular que recuerda la de un rectángulo muy alargado en dirección N-S con uno de sus lados largos ligeramente abombado, con una estratégica torre rectangular en el extremo S que ocupa todo el ancho del muro y otra torre circular en el extremo N-E de cronología posterior.
En el lado W parecen existir dos torrecillas de planta cuadrada, y en la superficie interior diversos muros conforman una división del espacio en sentido perpendicular respecto a los paramentos exteriores.