La fundación de este eremitorio se debe a Donato, monje del norte de África que hacia el año 565, cuando los cristianos empezaron a ser perseguidos por los vándalos arrianos, se trasladó al reino visigodo de Toledo llevando consigo setenta monjes y gran cantidad de libros.
Se instaló a su llegada a este territorio en la ladera sur del yacimiento arqueológico de Ercávica, en aquel momento casi despoblado, donde creó un eremitorio excavado en la roca en el que todavía se percibe la ermita rupestre alrededor de la cual se estableció su comunidad cenobítica.
Tras la estancia durante unos seis años en este enclave Donato erigió, próximo a este lugar, el Monasterio Servitano en el año 571.
Donato, como abad de este cenobio, fue el primero en introducir en tierras ibéricas una regla común a todos los monjes, ya que hasta ese momento la costumbre era la de que cada uno de los eremitas siguiera los preceptos indicados por su prior religioso.
La llegada de esta comunidad a tierras alcarreñas supuso un gran estímulo para la instalación y fundación de otras comunidades eremíticas en un radio de acción cercano a este Monasterio Servitano.
El núcleo eremítico, que aprovecha en parte una antigua cantera, está formado por la excavación frontal en la roca de una cueva y, por encima de la misma, en la parte superior del conjunto rocoso, la ocupación de un grupo de tumbas antropomorfas excavadas sobre la roca que constituyen una necrópolis.